El 25 de septiembre de 1973, día de su asesinato, Rucci llevaba en su bolsillo el discurso que iba a pronunciar esa misma noche por televisión:
“Ahora el fragor de las luchas ha pasado a convertirse en historia. La realidad de nuestros días es la unión, el trabajo y la paz. Ninguna sombra del pasado podrá interponerse ahora para que los argentinos marchemos unidos y solidarios, hasta la construcción de la Argentina potencia. Hubo un proceso distorsionado en el ámbito espiritual y cultura, cuyas consecuencias no han podido ser erradicadas del todo. Significa esto que a la recuperación plena del poder adquisitivo de los salarios, a la valorización del trabajo, a la creación de nuevas riquezas es necesario agregar la elección de los mejores caminos para arribar al objetivo común.
Las leyes emanadas del gobierno del pueblo, elaboradas por los representantes del pueblo, habrán de regir la convivencia argentina, asegurar los derechos de todos para frenar cualquier acción ilícita y, por lo tanto, antinacional y antipopular. La reconstrucción de la patria es una tarea común para todos los argentinos, sin sectarismos ni exclusiones. La liberación será el destino común que habremos sabido conquistar con patriotismo, sin egoísmos, abiertos mentalmente a una sociedad nueva, para una vida más justa, para un mundo mejor.”
José Ignacio Rucci |
Fuente: Revista de la Fundación Rucci
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