Hacia fines de 1805 la idea de una posible invasión
inglesa ya recorría Buenos Aires. Esta capital sudamericana, con sus 45.000
habitantes, era uno de los puertos más prósperos del Nuevo Mundo (Nueva York,
la ciudad más grande por entonces en la América  anglosajona, contaba con unos 85.000
habitantes). El virrey Rafael de Sobremonte había solicitado refuerzos
militares a España en varias oportunidades. Los cuerpos militares del
virreinato habían sufrido muchas bajas en los últimos tiempos, en particular,
durante la sublevación indígena liderada por Túpac Amaru. Sin embargo, la única
respuesta que obtuvo fueron unos cuantos cañones y la sugerencia de armar al
pueblo para la defensa. Pero el virrey entendía que dar armas a los criollos,
muchos de ellos influenciados por ideas revolucionarias, era una estrategia
peligrosa para los intereses de la corona.
Sobremonte recibió noticia de que una flota británica
se había aprovisionado en el puerto de Bahía, Brasil, y siguiendo las medidas
estipuladas por la corona, organizó las escasas tropas virreinales para la
defensa del estratégico puerto de Montevideo, el cual poseía suficiente calado
para permitir la entrada de buques de guerra, lo que lo convertía en la plaza
militar más importante sobre el Río de la Plata. 
Liniers recibió la orden de armar una flota para
resguardar las costas y asegurar la libre navegación entre Montevideo y Buenos
Aires y fue designado comandante del puerto de Ensenada de Barragán, a unos 70 km  al sur de Buenos Aires.
Conquista británica de Buenos Aires
La flota fue avistada frente a Montevideo el 8 de
junio. El 24 de junio Beresford amagó un desembarco en Ensenada, realizando
maniobras frente a Punta Lara y abriendo fuego contra las fortificaciones.
El 25 de junio una fuerza de unos 1.600 hombres al
mando de Beresford, entre ellos elRegimiento 71 de Highlanders, desembarcó en
las costas de Quilmes sin ser molestados. Recién al día siguiente se dispuso en
Buenos Aires marchar hacia ellos, bajo el mando del nuevo Subinspector del
Ejército, coronel Pedro de Arze. Cuando se estuvo frente al enemigo, se rompió
fuego, aunque la carga posterior de las tropas invasoras forzó a una retirada
general de los defensores.
Sobremonte intentó una estrategia de defensa, armando
a la población y apostando a sus hombres en la ribera norte del Riachuelo,
confiando en poder atacar a los británicos de flanco. Pero el reparto de armas
fue un caos, y las tropas no pudieron detener el rápido avance inglés, de modo
que el virrey quedó fuera de la ciudad, sin posibilidad de intentar nada.
La rendición
El 27 de junio las autoridades virreinales aceptaron
la intimación de Beresford y entregaron Buenos Aires a los británicos. En la
tarde de ese mismo día, las tropas británicas desfilaron por la Plaza Mayor  (la actual
Plaza de Mayo) y enarbolaron la bandera del Reino Unido, que permanecería allí
por 46 días. El territorio bajo dominio británico fue rebautizado bajo el
nombre de Nueva Arcadia, en alusión a la tierra pastoril griega de tanto peso
en las fábulas neoclásicas.
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| Manuel Belgrano | 
Manuel Belgrano, secretario del Consulado de Buenos
Aires (y de todo el virreinato) y Capitán Honorario de Milicias Urbanas,
manifestó la necesidad de reubicar el Consulado en el lugar en donde el virrey
estuviese y se dirigió ante Beresford a presentar la solicitud. Mientras tanto,
los demás miembros del Consulado juraron el reconocimiento a la dominación
británica. Belgrano prefirió retirarse "casi fugado", según sus
propias palabras, a la banda oriental del Río de la Plata , a vivir en la capilla
de Mercedes, dejando en claro su postura al pronunciar su célebre frase: "Queremos
al antiguo amo o a ninguno".
El virrey abandonó la capital en la mañana del 27 de
junio y se retiró a Córdoba junto con algunos centenares de milicianos que no tardaron
en desertar: contrariamente a una persistente leyenda, no llevaba consigo los
caudales, ya que los mismos habían sido evacuados dos días antes de acuerdo a
un plan trazado el año anterior. Beresford demandó la entrega de los caudales
del Estado y advirtió a los comerciantes porteños que en caso contrario
retendría las embarcaciones de cabotaje capturadas e impondría contribuciones.
El Cabildo no vaciló en enviar una comisión a Sobremonte rogándole entregara el
tesoro a un destacamento inglés enviado en persecución del mismo. Este tesoro
fue trasladado a Londres y paseado como trofeo de guerra, antes de ser
depositado en un banco.
El 14 de julio, Sobremonte declaró a Córdoba la
capital provisoria del virreinato. Asimismo, instó a que se desobedecieran
todas las órdenes provenientes de Buenos Aires mientras durara la ocupación. Se
dedicó a organizar un ejército con el que reconquistar la capital, pero la
tarea tropezó con toda clase de dificultades, y sólo dos meses más tarde estuvo
listo.
Los porteños estaban, en general, descontentos con la
metrópoli y, por tanto, en un primer momento los británicos fueron recibidos
con entusiasmo. Sin embargo, los grupos partidarios de la independencia
reconocieron la amenaza latente en la ayuda británica. La ocupación era la
excusa perfecta para establecer el dominio que el Reino Unido anhelaba sobre la
región. Una de las primeras medidas que tomó Beresford fue decretar la libertad
de comercio y la reducción de aranceles. Al darse cuenta de que los ocupantes
no tenían otros planes, sino convertir al Plata en una colonia británica, se
sumaron a los grupos que preparaban una rebelión.
La reconquista de Buenos Aires
Ante la inmovilidad de las autoridades virreinales,
los vecinos de la ciudad, criollos y españoles por igual, comenzaron a armarse
para defenderse por sus propias manos. Se organizaron varios grupos
clandestinos que planeaban atacar el fuerte, residencia temporal de Beresford,
con explosivos caseros. Estos movimientos tuvieron el apoyo de los monopolistas
(entre ellos Martín de Álzaga), que se veían severamente perjudicados con el
libre comercio decretado por el representante de Jorge III de Inglaterra (y que
fuera aprobado por este soberano cuando los británicos ya no gobernaban sobre
el Río de la Plata ).
A fines de julio partieron unos 450 hombres
comandados por José Ignacio Garmendia y Alurralde desde Tucumán. Al llegar a Santiago
del Estero, recibieron una comunicación del virrey pidiendo que una compañía
fuera a marcha forzada para llegar cuanto antes a Buenos Aires. Salvador Alberdi,
a cargo de unos doscientos hombres, fue el encargado de hacerlo.
El 1 de agosto una guerrilla amparada por el rico
comerciante español Martín de Álzaga en los Caseríos de Perdriel, fuera del
casco urbano (la actual Chacra Pueyrredón, en el partidode General San Martín),6
dirigida por Juan Martín de Pueyrredón, fue derrotada por una fuerza inglesa de
550 hombres. Pero la mayor parte de las tropas quedaron intactas para
reconquistar la ciudad.
Antes de que los rebeldes porteños pudieran llevar a
cabo su plan, nuevas tropas arribaron a Buenos Aires: estaban comandadas por
Liniers, que había abandonado su posición en Ensenada y cruzado el Plata para
organizar las tropas para la reconquista. Desde Montevideo, y con la ayuda de Pascual
Ruiz Huidobro, gobernador de esa ciudad, el francés organizó un ejército que
partió el 23 de julio para Colonia y el 3 de agosto fue embarcado en una flota
de 23 naves hacia Buenos Aires para la reconquista.
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| Santiago de Liniers | 
Cruzó el Río de la Plata  aprovechando una sudestada, tempestad que
dejó inmóviles a los buques británicos y en medio de la niebla. Avanzando desde
el Tigre (Puerto de las Conchas), se sumaron a este ejército miles de hombres
entusiasmados.
El 12 de agosto, Liniers avanzó sobre la ciudad
desatando una batalla campal en distintas calles de Buenos Aires, hasta
acorralar a los británicos en el Fuerte de la ciudad. Primero fue tomada la Iglesia  de la Merced , ubicada a pocos
metros de la Plaza Mayor ,
y desde el atrio del templo se lanzó la ofensiva al Fuerte. También salieron a
la calle centenares de voluntarios organizados y entrenados por Álzaga. Cerca
de doscientos prisioneros ingleses fueron custodiados y llevados por las tropas
de Garmendia hasta la ciudad de Tucumán, que debía encargarse de alojar,
alimentar y custodiar.
Beresford firmó la capitulación el 20 de agosto, en
la que se acordaba el intercambio de prisioneros entre ambos bandos. Temiendo
un segundo ataque, el Cabildo presionó para que los prisioneros británicos
fueran enviados al interior, anulando así los términos de la rendición.
Retomada la ciudad, la Real Audiencia  de
Buenos Aires asumió el gobierno civil y decidió entregar la Capitanía General 
a Liniers. Asimismo, la corona española le agregó el título "La muy fiel y
reconquistadora" a la ciudad de Montevideo y en el escudo de dicha ciudad
se agregaron banderas británicas caídas, indicando la derrota de los británicos
frente a Montevideo.
Popham fue juzgado por una corte marcial británica
por haber abandonado su misión en Cabo de Buena Esperanza, pero su castigo se
limitó a ser "severamente amonestado". La ciudad de Londres le
otorgaría luego una espada de honor por sus esfuerzos por abrir nuevos mercados;
la sentencia nunca llegó a afectarlo.
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| Reconquista de Buenos Aires | 
Fuente | Wikipedia
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