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| Repair Café en acción | 
Un
desempleado, un farmacéutico jubilado y un tapicero tomaron sus puestos, detrás
de mesas con manteles a cuadros rojo y blanco. Sobre los manteles, desarmadores
y máquinas de coser aguardaban, listas. Circulaba el café, el té y las
galletas. Hilij Held, una vecina, entró con una maleta de ruedas con estampado
de cebra y de ella sacó una plancha muy usada.
"Ya
no funciona", dijo. "No echa vapor".
Held
había llegado al lugar correcto. En el primer Repair Cafe (Café de
Reparaciones) de Amsterdam, que se instala en un centro comunitario un par de
veces al mes, la gente puede traer cualquier cosa que necesite ser reparada,
sin costo alguno, por voluntarios a quienes simplemente les gusta arreglar
cosas.
Concebido
como una manera de ayudar a las personas a reducir el desperdicio, el concepto
del Repair Cafe ha tenido éxito desde su debut hace dos años y medio. La Fundación Repair 
Cafe ha recaudado 525 mil dólares a través de una subvención del Gobierno
holandés, del apoyo de fundaciones y de pequeños donativos, con lo que se paga
el personal, la mercadotecnia e incluso un autobús Repair Cafe.
T
rei nt a g r up os han fundado Repair Cafes en toda Holanda, donde los vecinos
hacen equipo con sus habilidades y mano de obra durante unas cuantas horas al
mes, para remendar ropa con agujeros y darles nueva vida a cafeteras y
tostadores viejos.
"En
Europa, tiramos tantas cosas", dijo Martine Postma, una ex periodista a
quien se le ocurrió la idea después de que el nacimiento de su segundo hijo la
llevó a pensar más en el medio ambiente. "Es una lástima, porque las cosas
que tiramos por lo general no son inservibles. Cada vez hay más gente en el
mundo, y no podemos seguir manejando las cosas como lo hacemos".
Inspirada
por una exhibición de diseño sobre los beneficios económicos, culturales y
creativos de reparar y reciclar, decidió que ayudar a la gente a arreglar cosas
era una manera práctica de evitar el desperdicio innecesario.
"Las
pláticas de sustentabilidad a menudo tienen que ver con ideales y de lo que
podría ser", dijo Postma. "Después de cierto número de talleres sobre
cómo cultivar tus propios champiñones, la gente se cansa. Esto es algo muy
práctico y muy concreto. Se trata de hacer algo juntos, aquí y ahora".
"Creo
que es una idea fabulosa", dijo Han van Kasteren, catedrático en la Universidad Tecnológica 
Eindhoven quien trabaja en problemáticas de residuos. "El aspecto social
por sí solo es importante. Cuando juntas gente para hacer algo por el medio
ambiente, creas consciencia. Y reparar una aspiradora es una buena
sensación".
Para
algunos, los beneficios sociales del proyecto son tan atractivos como su misión
ecológica.
"Lo
que es interesante para nosotros es que crea nuevos lugares para que las
personas se conozcan, no sólo que vivan unos junto a otros como extraños",
dijo Nina Tellegen, directora de la Fundación DOEN , que le otorgó al Repair Cafe un
donativo de más de 260 mil dólares como parte de su programa de "cohesión
social", iniciado a raíz de los asesinatos del político Pim Fortuyn, en el
2002, y del cineasta Theo van Gogh, en el 2004. "El que esté ligado a la
sustentabilidad lo vuelve incluso más interesante".
En
el Repair Cafe, Theo van den Akker, un contador de día, había tomado el caso de
la plancha sin vapor. Le quitó el armazón de plástico, con lo que expuso una
maraña de alambres multicolores.
Cuando
Van den Akker armó de nuevo la plancha, sobraron dos piezas. No importa, dijo,
probablemente no eran muy importantes. Conectó el cable al tomacorriente y la
luz verde se encendió. Salió agua oxidada. Finalmente, empezó a echar vapor.
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